Nuevo año, nuevos o renovados objetivos. Los proyectos empresariales consisten fundamentalmente en afrontar retos, fijar y superar metas. Obviamente hablo del concepto tradicional de empresa, generadora de empleo y riqueza, y absolutamente distante de puntuales operaciones especulativas. Sobra comentar que pese al diferencial existente, entre las potenciales rentabilidades de ambas proyecciones, continúo apostando firmemente por el primer concepto. Que alguien nos libre de tanto beneficio vertiginoso, de tanto crecimiento virtual y de tanta “burbuja de múltiples colorines”.
Las empresas son organismos vivos, que en su constante e ilusionante lucha por su supervivencia, deben optimizar recursos permanentemente, añadiendo un importante toque de “ilusión” a un equipo bien dirigido, motivado y coordinado. De siempre, son conocidas múltiples utilidades y aplicaciones de la organización militar, y de su filosofía, para alcanzar los citados objetivos.
Creo que con “El arte de la guerra” del estratega chino Sun Tzu, escrito hace más de dos mil quinientos años, ocurre como con nuestro “Don Quijote de la Mancha”, son muchísimos los que hablan de él, y muchísimos menos los que han disfrutado con su lectura. Son múltiples y variopintos los que apuntan que las enseñanzas contenidas en “El arte de la guerra” pueden aplicarse fuera del ámbito guerrero. Aunque a mi parecer, de forma excesivamente recurrente en las dos últimas décadas. El texto, al igual que ocurre con Maquiavelo o Clausewitz, ha sido utilizado como guía en programas de administración de empresas y liderazgo dedicados a la gestión de conflictos y potenciación de la cultura corporativa. Son numerosos los emprendedores que manifiestan haber encontrado maneras de resolver sus problemas, en las estrategias y tácticas descritas por Sun Tzu. Yo me atrevería a sugerir también, pero sobre todo desde la perspectiva de las buenas prácticas empresariales, la lectura del “Libro de Caballería” de nuestro genial Raimundo Lulio.
Durante mis estudios universitarios en ICADE, fue la primera vez que trabaje con esta curiosa herramienta china de gestión. Se trataba de un pequeño trabajo, donde se nos sugería aprovechar este recopilatorio de estrategia militar, para desarrollar un plan de viabilidad empresarial. Realice un somero estudio sobre la organización de un hospital, desde su perspectiva empresarial. Cuando escribía sobre recursos pensaba en “armamento”, cuando se trataba del área comercial y marketing me inspiraba en el “campo de batalla” y al mentalizarme sobre el planteamiento de empresa, me irradiaba de un mensaje para la totalidad del “ejercito”.
Recuerdo que no me quede muy satisfecho, hasta que lo implemente con otra utilidad militar, aunque mucho más moderna: las técnicas de revisión y evaluación de proyectos, comúnmente abreviada como PERT (Project Evaluation and Review Techniques), modelo para la administración de proyectos desarrollado en los pasados años 50 por la Oficina de Proyectos Especiales de la Marina de Guerra de EE.UU.
Del lejano oriente también nos llegan el método Kaizen o la Teoría Z de gestión de la calidad, y en todas ellas esta inmanente la tradición del samurái, la doctrina del bushido. El termino bushido significa literalmente vía del Guerrero. Era el Código de honor y ético que debían practicar los guerreros samuráis. Desarrollado en plena época feudal, se basaba en los principios éticos de lealtad, sacrificio, justicia, valor, modestia y honor. Si, estos términos en unas líneas vinculadas a la gestión empresarial resultan, hasta paradójicos, pero deberían ser de obligado cumplimiento. El mundo, y no solo en su esfera empresarial, sería bien diferente.
El bushido recibe su impronta de fuentes diferentes. El zen conlleva el esfuerzo de alcanzar por la meditación, un estado superior de conciencia. El budismo aporto al bushi el sentimiento de confianza en el destino, la tranquila sumisión a lo inevitable y la templanza. El sintoísmo dio al bushido la lealtad hacia el soberano, la veneración a los antepasados y la piedad filial. Por último las enseñanzas de Confucio determinaron las relaciones con el mundo de los hombres, y para los hombres. Confucio, al igual que siempre, con aplicaciones mucho más pragmáticas.
Tengo la inmensa fortuna de ser amigo de un gran experto en artes marciales. Las practica, enseña y vivifica. Es un profundo conocedor de esta visión del mundo, y sobre todo es consecuente, y eso es siempre de admirar.
Con mi Sensei he comentado así las virtudes que debían poseer los Samuráis: el sentido de la justicia y de la honestidad, el valor, la simpatía hacia todos, la educación y el respeto a la etiqueta, la sinceridad y el respeto de la palabra dada, la lealtad absoluta y finalmente, la defensa del honor de la familia y su clan. Finalmente todo se resumía en: deber (giri), resolución (shiki), generosidad (ansha), firmeza de alma (fudo), magnanimidad (doryo) y humanidad (ninyo).
“Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no deberás temer al resultado de cien batallas. Si te conoces a ti mismo, pero no al enemigo, por cada victoria lograda también sufrirás una derrota. Si no conoces al enemigo ni a ti mismo, sucumbirás en cada batalla.”
Estos son los términos que utiliza nuestro clarividente filósofo en este milenario tratado, Sun Tzu específica que la guerra se debe planificar desde 5 perspectivas fundamentales: doctrina, tiempo, terreno, mando y disciplina. No olvidemos que las batallas son los retos empresariales y los enemigos son los diferentes riesgos que amenazan el éxito de las estrategias de tu empresa. Este famoso texto de estrategia cuenta con 13 capítulos que abarcan todo lo necesario para salir airoso de un conflicto.
Traslademos cada uno de los cinco conceptos primigenios, al mundo de los negocios:
“Aquellos que elaboran estrategias y tienen diseñado un plan están mejor equipados para tratar con los conflictos que aquellos que no lo tienen. Quien domina el arte de la estrategia, domina la capacidad de escoger el camino más adecuado”.
Lo relacionado con la doctrina se refiere al nivel de motivación de cada miembro del equipo hacia la entidad, es decir, el grado de identificación con los objetivos y valores de la empresa. Para ejecutar una estrategia es indispensable contar con un equipo cohesionado y motivado, un grupo de personas que debe ser sólidamente liderado y para ello no existe mejor comienzo, mejor línea de trabajo que seleccionar adecuadamente a tus colaboradores.
“No establezcas una “guerra de larga duración” con tus competidores”.
Siempre hay que tener en cuenta el tiempo como cronograma, y el tiempo como circunstancias ambientales: Debemos valorar adecuadamente nuestros recursos humanos y materiales, y determinar los tiempos de ejecución adecuados. Todo ello tan importante como determinar las diferentes fases y secuencias, al igual que sus responsables.
“Antes de actuar reflexiona, solo cuando conoces cada detalle del “campo de batalla” puedes elaborar una respuesta planificada”
Ya nos encontramos analizando el campo de batalla. En este caso el terreno, responde a una de las máximas del éxito empresarial: el emplazamiento y las características de los mismos. Tanto en la batalla como en un centro comercial, tanto en la geopolítica de un conflicto bélico, como en el comercio electrónico, resultan fundamentales las ubicaciones, posicionamientos y emplazamientos.
“La rapidez es la esencia de la guerra, anticípate a tus competidores. Quien sea capaz de ocupar primero el campo de batalla en espera del enemigo, cuenta con la iniciativa y tendrá ventaja”
Sun Tzu realiza un especial hincapié en las virtudes del general, del mando, del estratega. Claramente establece las cualidades de liderazgo que los generales deben poseer: sabiduría, sinceridad, benevolencia y disciplina.
Son estas mismas características con las que debe contar el promotor de una firma, para gestionar adecuadamente toda la estructura humana y material hacia el éxito deseado.
“Los buenos “generales” se comprometen hasta la muerte, pero no se aferran a la esperanza de sobrevivir, actúan de acuerdo con los acontecimientos en forma racional y realista sin dejarse llevar por las emociones”
Para finalizar, pero no por ello menos importante, se encuentra la disciplina. Una empresa, al igual que un ejército, debe actuar de forma coordinada, y con un permanente control de recursos y sus correspondientes inventarios. No solo dedicarnos a los desfiles, sino tener capacidad analítica e información suficiente y disponible para poder adoptar decisiones adecuadas.
Estas trece exposiciones, de sus trece interesantes capítulos, nos condensan seis conductas a evitar absolutamente, dado que todas nos conducen a la derrota: zhou (irse), chi (aflojarse), xian (hundirse), beng (derrumbarse), luan (desordenarse) y bei (derrotarse). No sé si nuestro viejo amigo oriental nos ayuda sobre que negocios iniciar, sobre que nuevos objetivos acometer, pero si a que tomemos muy buena nota de lo que nunca debemos hacer en el mundo de la empresa.
Luis Nantón Diaz
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SIEMPRE APRENDIENDO
Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
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