GESTION EMPRESARIAL Y DESAFIO DIGITAL
Somos muchos los profesionales que cada día observamos una creciente brecha entre las corrientes de pensamiento empresarial, y la incuestionable realidad de un día a día, donde no se afrontan adecuadamente los verdaderos retos por la supervivencia y viabilidad de las entidades.
Pese a que continuamente recibimos noticias sobre el talento, la visión estratégica o los nuevos paradigmas sobre el moderno tratamiento de la información, el big data o el e-commerce, son opciones que muchos promotores ni conocen, ni se plantean. Son infinitas y potentes novedades que vertiginosamente irrumpen en nuestras vidas, pero pese a ello en demasiadas ocasiones se continua gestionando con herramientas más cercanas a la “cuenta de la vieja”, que con verdadera visión estratégica. También es cierto, que muchas de estas herramientas de gestión, son solo asumibles por firmas de cierto dimensionamiento, pero no todo está supeditado a las capacidades económicas. Las habilidades para comunicar, planificar, evaluar, motivar…están al alcance de casi todos.
Hablamos de sencillas cuestiones y perspectivas, como la aplicación en la empresa de las herramientas de gestión: contabilidad financiera, contabilidad analítica, presupuestaria, datos estadísticos, etc. En muchas ocasiones su limitada percepción es únicamente para cumplir las obligaciones tributarias y poco más, no aprovechando la adecuada sistematización de la información, para lo que verdaderamente sirve: la adecuada y pronta toma de decisiones. Realmente nos sorprenderíamos de la cantidad de proyectos e iniciativas que se acometen, sin un mínimo plan de viabilidad, carentes de una sencilla proyección de futuro, que nos determine los mínimos medios necesarios, tanto humanos, como económicos, para un adecuado asentamiento y desarrollo de una iniciativa empresarial. Puede que este sea uno de los diferentes lastres que provocan una desaparición de la mayoría de las sociedades, en menos de tres años.
El dimensionamiento de las empresas puede suponer lógicas limitaciones presupuestarias, pero en absoluto, una incapacidad para poder afrontar la gestión de una compañía de forma profesional. Por supuesto que debe existir ilusión, vocación de servicio, sensibilidad para captar las necesidades y oportunidades que ofrece el mercado, pero siempre existe una fase de ejecución, y esta debe ser asumible, programable y evaluable. Los informáticos, afirman que todo lo que no está en Internet no existe, a mi me agrada sugerir que todo lo que no se puede medir, no existe.
Uno de los problemas, que al entender de muchos, se esta incrementando, es la desconexión existente entre el tejido empresarial, entre el mercado, y la universidad. Los planes formativos, salvo determinadas escuelas de negocios, no están optimizando los recursos para satisfacer las necesidades del actual mercado laboral. Ya no me refiero al absurdo de ¿para que generar anualmente miles de algunas licenciaturas que nunca van a ser asumidas por la sociedad, y su actual coyuntura?, sino a una formación excesivamente teórica y con grandes carencias en cuanto a unas prácticas verdaderamente funcionales y operativas.
Los profesionales capaces de desarrollar sus conocimientos desde una perspectiva globalizada y “menos encapsulada” serán los que más oportunidades tengan. Pero, ¿ofrecen los programas formativos de las universidades estas habilidades de 360 grados que combinan conocimiento técnico y de gestión?. Parece ser que no se están haciendo los deberes.
Hace unos días se celebró en La Coruña, muy exitosamente, el Congreso anual de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE). “En las nuevas maneras de producir, de vender y de consumir, la anticipación, los esfuerzos innovadores y la calidad en el desempeño empresarial serán herramientas principales”, dijo el Rey Felipe VI durante la inauguración del evento.
Estudiando las diferentes ponencias del congreso, queda de manifiesto una reiterada idea: la velocidad en los cambios en la gestión de las entidades, sobre todo en el aspecto tecnológico, están siendo exponenciales. La celeridad de estos cambios está motivada, sobre todo, por el auge de las tecnologías de la información y la constante digitalización. Supone una prioritaria obligación lograr integrar la innovación y el emprendimiento en las culturas corporativas de las empresas, y para ello es fundamental generar y gestionar un verdadero equipo de personas ilusionadas y cohesionadas.
Destacan sobremanera las palabras de César Alierta de Telefónica, sobre las especificas características de las empresas españolas: “En el caso de España, las empresas contamos con un mercado natural que abre el continente europeo a América Latina y, por su parte, otra puerta que abre Latinoamérica a los países europeos”. A todo ello, dijo, hay que sumarle el mercado chino, que también tiene intereses comerciales en América del Sur. “Estamos en una posición única que nos abre muchísimas oportunidades”. Y todo este mensaje, insistiendo en una piedra axial, que determina que las empresas que no sepan adaptarse a la era digital, sencillamente desaparecerán. Cruel, es posible, pero premonitorio. No el futuro, sino nuestro más vigente y actual presente, son ya digitales y globales, y es necesario adaptar no solo nuestras herramientas, sino nuestra mentalidad estratégica.
Si lo anteriormente expuesto lo combinamos con un reciente estudio encargado por la multinacional ERICSSSON, casi el 78% de los directivos encuestados veían la “transformación digital” como una cuestión de mera supervivencia. Pero en cambio, en base al mismo estudio, solo un poco más del 10% de las compañías desarrollan las competencias necesarias para competir en las nuevas circunstancias. Cuando nos referimos a las competencias, no solo es cuestión de activos, servicios o soluciones tecnológicas, sino a la más fundamental búsqueda y desarrollo del talento. El Talento siempre ha existido, pero ahora tiene que ser un talento adecuadamente direccionado.
El mismo estudio recalca que no sólo se les requieren capacidades y conocimientos técnicos; necesitan competencias en el ámbito de liderazgo y la gestión. Por eso volvemos a insistir en la denostada carencia del “encapsulamiento”. La formación, y sobre todo las prácticas, deben ser integrales, para generarles habilidades a los profesionales, con una visión absolutamente global de todas sus facetas. Un profundo conocimiento técnico no es suficiente sin una visión de negocio.
¿Para qué tanta herramienta tecnológica sino cambiamos la mentalidad?. ¿Para qué tanta información, si siquiera nos molestamos en segmentarla, en estudiarla, para obtener valores añadidos?. Diferentes estudios determinan que el 43% de las empresas europeas y norteamericanas encuestadas obtienen muy poco beneficio tangible de su información y un 23% no extrae absolutamente ninguno. El ‘Índice del Valor de la Información’ mide la capacidad actual de las compañías para gestionar su información con la finalidad de conseguir ventajas competitivas. El índice concede una puntuación media de 50,1 sobre 100 a las empresas de tamaño medio y grandes compañías analizadas. La puntuación media es del 53% en Norteamérica, 48% en Europa y de un 47% en España, el país que actualmente está en la última posición.
Retornando a otro conjunto de estudios, fundamentalmente alemanes e ingleses, realizados en los últimos 18 meses, se determina que los principales motivos de las crisis empresariales son la vertiginosa irrupción de los nuevos modelos de negocio, junto con crecientes impedimentos logísticos, el fracaso en la asunción de la conversión digital y lo más llamativo, un exceso regulatorio e intervencionista por parte de la administración. Ingleses y alemanes no sé como lo hacen, pero aquí en Canarias de esto último si tenemos una profunda, amarga y prolongada experiencia.
Luis Nantón
https://twitter.com/nantonluis
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SIEMPRE APRENDIENDO
Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
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