Pertransit benefaciendo, paso haciendo el bien……. No he tenido la fortuna de conocer a muchas personas, que sincera y espontáneamente, con absoluta naturalidad, me hagan inferirles de tamaña virtud. Imagino que si no fuera así, el mundo que conocemos seria bien diferente.
Hace unos días, en Madrid, nos ha abandonado Julián Fernandez Picazo, quien durante 12 gratificantes y fructíferos años, desempeño la responsabilidad de Maestro Mayor del Gremio de artesanos de Madrid. A quien con cariñoso respeto, todos llamábamos maestro, ha disfrutado de una larga, intensa y apasionante vida. Nunca fue reacio a renunciar, a lo que fuera necesario, para poder hacer siempre lo que le gustaba, y como le gustaba. Ahora emprende el último viaje, donde posiblemente ya este embelesado con las eternas creaciones, de tantos geniales artistas, a quienes tan bien comprendió.
Julián aprendió de su padre el oficio de dorador, y lentamente adquirió todo tipo de conocimientos, sobre todo fruto de la directa experiencia, hasta convertirse en uno de los más renombrados Maestros Restauradores a nivel internacional. Su notable bagaje técnico, sus enciclopédicos conocimientos, contrastaban dulcemente con su carácter afable, y una proximidad que tocaba la beatitud, si no fuera por una brillante y envidiable ironía.
Visito Canarias en múltiples ocasiones, donde tenía grandes amistades. Memorables sus talleres, organizados por promotoras de la restauración como Dolores Diaz de Castro o Teresa Morales Rosales, quienes le profesan infinita devoción, donde impartió sus magistrales conocimientos y técnicas, con ese primor y cariño que le caracterizaban. Siempre se quedaba con ganas de disfrutar más de nuestra tierra.
No se diga más, paso haciendo el bien. Hasta siempre Julián.
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SIEMPRE APRENDIENDO
Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
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