Hace poco más de un año un bronceado Pedro Sánchez salió a aquel balcón de Ferraz para decir que «somos más». Posiblemente, ni el gran timonel podría imaginarse que un año después las cosas derivarían en el gigantesco desorden que  sufrimos. La última payasada, la última tropelía, esta parodia policial con el extorsionador de Puigdemont, danzando por Barcelona, para descrédito de todo y de todos. Posiblemente lo que va a quedar de este patético acontecimiento son unos memes más o menos ingeniosos, lo que demuestra que en este país tenemos lo que nos merecemos.

Lo único que no ofrece dudas de este esperpento, es que los mozos hicieron exactamente lo que se les exigió: dejar que Puigdemont entrara en el corazón de España, quedara bien ante su apesebrado público y, a la vez, que Sánchez saliera bien parado con la investidura del ahora honorable Illa, antes “el de las mascarillas”. Objetivo conseguido, todo el mundo tranquilito y obediente. La noticia, lo que importa, es que su Sanchidad ha consolidado su poder un ratito más. Todo lo demás, la Justicia con sus impertinentes órdenes de detención, son ganas de complicar las cosas por parte del fascismo.

Es más que comprensible que la prensa internacional se parta de la risa y haga mofa y befa del paripé, de esta parodia teatrera que no engaña a nadie. ¿Pero los propios paisanos? ¿No nos queda ya ni un mínimo de dignidad y espíritu crítico?. Y hay una cosa que debemos dejar meridianamente clara, de esto no tendrá toda la culpa Sánchez, la tendremos nosotros, los españoles.

El problema del “Estado Español” es que cada vez es menos “Estado”. La misma concepción de Estado conlleva estabilidad. En la parodia catalana participaron todos los que están en el ajo. El impresentable de Puigdemont, que votó la investidura de Sánchez a cambio de borrar sus delitos y volver a España sin problemas. El PSOE, que indulta y amnistía a los golpistas y coloca a Illa en la Generalidad y el PP, que mira hacia otro lado mientras tantea a Junts como nuevo socio, lo que explica el perfil verdaderamente demostrado. Y mira que todos estos vociferantes artistas nos tienen más que acostumbrados.

Estas parodias, cada día más frecuentes e insultantes, dan como resultado una casta impune ante la ley y, peor aún, un nuevo paso hacia la disolución nacional, que estos caraduras denominan pretenciosamente la España confederal o plurinacional para que duela menos. Otro triunfo del 78, puro constitucionalismo, pues aquí constitucional es lo que imponga el bien pagado  Tribunal Constitucional y no la Constitución.

En honor a la verdad, y siendo lo más fríos y racionales posibles, tampoco hay que alarmarse mucho. No tienen vergüenza, pero tampoco son muy listos… Es harto difícil que los amaños ERC-PSC superen los trámites parlamentarios y su conversión en leyes de verdadero calado. Por supuesto que aumentarán sus redes clientelares, colocando parásitos en las nuevas organizaciones gubernamentales a desarrollar. Mientras, quedémonos a modo de símbolo con la imagen del presidente Illa hablando de que gobernará para todos, mientras eliminan la bandera de España. Es su concepto de todos, dado que los demás, y somos muchos, no existimos, ni tenemos derechos.

De entrada a aumentar en número consejerías y contratados, son muchos los necesitados con el carné del partido. Los 16 consejeros del Gobierno de la Generalidad, entre los que hay antiguos cargos de Junts y separatistas de ERC, continuarán con la insoportable presión al uso del español, en esta parte de España que se llama Cataluña. «Oficializa la exclusión del español con la Consejería de Política Lingüística y mantiene las ideológicas: feminismo e igualdad, exteriores y acción climática». El honorable incorpora ex altos cargos de ERC y JUNTS: es un gobierno continuista con el más rancio separatismo. Vamos, más de lo de siempre, que hay que mantener al sátrapa en Moncloa, cueste lo que cueste.

Los españoles, entre el hastío y la indignación, contemplan otro acuerdo al margen de la ley para beneficiar a políticos corruptos. Indultados y amnistiados los golpistas, Puigdemont pasea tranquilamente por Barcelona, los socialistas andaluces de los ERE se van de rositas, Begoña y Pedro de vacaciones y todo continua de color rosa. Mientras dice Feijóo que estamos ante una “emergencia nacional” y por eso va a convocar a los presidentes de las comunidades autónomas a principios de septiembre. Esto es lo que habitualmente se conoce como una ¡reacción fulgurante! Menos mal que estamos ante una urgencia que puede esperar un mes, si no llega a ser urgente los convoca para… ¿Navidad?

Pero lo más bestias de esta infame obra de teatro, orquestada por su Sanchidad, y con el reparto estelar de todos los que solo quieren los recursos de nuestra nación, pero ansían su destrucción, es la total cesión tributaria a los independentistas catalanes. El pago real, para que su excelencia pueda continuar en el sillón, es pasarles todo el activo de la caja, a unos pollos cuyas capacidades de gestión son realmente terroríficas. Eso sí, se les regala lo bueno, el 100% de la recaudación, pero como ocurre con el feudo del PNV, y próximamente Bildu, nadie habla de soportar el pasivo. Las pensiones continuarán pagándose desde el gobierno central, que solo se limita a aumentar el déficit y la estelar deuda pública. ¿Qué más da? Ya vendrá alguien algún día que se haga cargo.

Con los datos registrados hasta esta fecha, se puede estimar que Cataluña va a recaudar este año una cifra muy próxima a los casi 60.000 millones y que la situación a diciembre del 2024 resultará en un déficit para el resto de las comunidades estimado en 24.000 millones de euros. Esto supondrá la asfixia presupuestaria de las comunidades autónomas más dependientes, dado que nadie se va a plantear ajustar el desorbitado y siempre creciente gasto público. Y hablo de gasto público, no de inversión pública, que ni está, ni se la espera.

Toda esta parodia del payaso Puigdemont, su fregona, el maletero, y una nueva traición de su Sanchidad a la nación cogió a la casta política de vacaciones, con idéntico bronceado al del inicio de estas líneas. No interrumpirlas, siquiera unos días, y salir a defender a todos los españoles, traslada al personal la impresión de que no es tan grave, que ya se sabe, que los políticos catalanes hacen estas cosillas. En cambio es, de hecho, un inmenso robo, un desastre nacional, una nueva salvajada. Y detener la locura de ambición y narcisismo en la que se encuentra inmerso Sánchez es la mayor urgencia de la España de hoy y, por tanto, la mayor urgencia de todos los españoles hoy. Lo malo es que no se trata de cambiar al protagonista, sino de pasar a una obra mucho más digna.

El sistema ha dejado de funcionar, esa es la triste realidad. No nos engañemos: nunca funcionó, desde 1978, la democracia de manera aceptable en España. Esta historia, definitivamente, no puede tener buena salida. Ya son muchas décadas de selección a la inversa, y el sistema convertido en negocio para pocos, ha dejado de funcionar: los más preparados, los más capaces, han abandonado la política y se han orientado hacia áreas más transparentes. La clase política ha ido degenerando más y más en todos los partidos, se han quedado los que solo tenían la posibilidad de prosperar mediante la astucia, el cinismo y el oportunismo sin principios.

Luis Nantón Díaz